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jueves, 3 de julio de 2014

¿Entiende usted lo que dice Gizmo? - Para oir sólo hay que escuchar

Que adorable era Gizmo. Un "bicho" entrañable, achuchable, que dan ganas de proteger. Así son los Mogwais. Eso no quita que, de no seguir unas normas estrictas, pueda desencadenar el mismísimo apocalipsis. Pero de eso se trata.

Los Gremlins, se ha convertido en la primera película gamberra de mi infancia. Llena de guiños a otras películas, de gags sangrientos y desmadrados, de personajes memorables, Los Gremlins es una de esas películas que siempre tendremos en nuestro particular pódium de películas infantiles, aunque la verdad sea dicha, infantil lo que se dice infantil no es mucho...(la anécdota contada por la protagonista sobre la muerte de su padre el día de navidad...es de esas que te pueden hacer mirar las chimeneas y los disfraces de Santa Claus de otra forma..).

Pero claro, si tenemos en cuenta que el director es Joe Dante, pupilo de Roger Corman, y autor de las inclasificables Piraña y Aullidos...pues ya entendemos todo. Aunque estaba Tito Spielberg para suavizar las cosas. ¿Qué es demasiado gore para su estreno en EEUU y para las estrictas calificaciones de la  MPAA ( Motion Picture Association of America)? Pues nos inventamos una nueva, la PG-13, que permitía asistir a los menores de 13 años acompañados. Ahí está Steven. Demostrando músculo y poderío.

Este verano hace 30 años de su estreno. Ni más ni menos. Aquel verano de 1984, fue uno de los más espectaculares en cuanto a estrenos para los amantes de lo "retrochentero": Los Gremlins, Los Cazafantasmas y Superdetective en Hollywood. Casi nada.

En Los Gremlins hay una cosa que está clara. Es necesario seguir unas normas. Pocas y fáciles de recordar. Aunque rígidas e inflexibles. No hay medias tintas. Si no las cumples, prepárate para tener una horda de insaciables bichos en plan hooligan en tu salón. Ya te habían avisado.

En las relaciones humanas, pasa un poco lo mismo. Existen unas normas que debemos seguir. Nos las dicta la educación, la sociedad, la cultura en la que hemos crecido. Aunque no seguirlas no implica la multiplicación, ni el gamberrismo, ni la muerte... ¿o sí?...

Estoy perplejo por lo que sucede a mi alrededor. Creo que en muchas ocasiones  nos hemos olvidado de cosas muy sencillas. De las normas básicas. Y asistimos a constantes debates a gritos, a faltas de respeto, a descalificaciones personales. Como si las relaciones y la comunicación se hubiera rebajado a niveles primarios. Estamos dando de comer a nuestros Mogwais de madrugada, mientras los duchamos.

Existe otra forma. Claro. Y se llama escuchar. Algo que se está olvidando, que está en desuso. Escuchar implica entender, situarte en el otro lado. Todos tenemos motivaciones, algo que nos sitúa en el sitio donde estamos. Entender porque estamos, porque decimos y defendemos lo que pensamos, es fundamental para aclarar el entorno. Sin hooliganismos, ni sectarismos. Sin rigideces. No "gremlinicemos" nuestras relaciones.

Me encuentro diariamente con gente que entiende esto. Con gente que lo que quiere es entender, escuchar, oir, sentir y hacer de todo esto algo mejor. Que adoran la charla, el confrontar sus ideas con las de los demás, pero sin generar el caldo de cultivo para que aparezcan nuestros Gremlins. Vamos, que cena a las diez y limpieza en seco para Gizmo.

Maquiavelo decía que "En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros". En nuestra mano está quedarnos en ellos, o intentar sortearlos. Solo es cuestión de actitud, de escucha y de comprensión. Porque como dice el Psicólogo Renni Yagosesky "Cuanto más recuerdo aceptar, más olvido sufrir".

¿Qué si entiendo a Gizmo? Lo intento. Me he hecho el firme compromiso de escuchar más, de entender lo que le ocurre a los que me rodean. Desde entonces oigo mucho más. Y disfruto de ello.