Cuatro jubilados. Grandes personas que han sido ejemplo y leyenda. Su momento pasó, pero su eco sigue sonando. Una última correría que les permita recordar lo bien que lo hacían juntos. Y de paso cambiar la historia de Francia y hacer justicia. Athos, Porthos, Aramis y D´Artagnan. Quién no ha oido hablar de ellos?
En el Hombre de la Máscara de Hierro, se retoma el mito de los Mosqueteros del Rey en una historia de intrigas palaciegas, traiciones, aventuras, romances... Y un casting espectacular. Todos para uno y uno para todos.
Lo bueno de esta película, es la idea de que aunque nos hagamos mayores la esencia de lo que somos sigue ahí. Solo hay que despertarla.
Ahora que estamos en agosto, que todo se ralentiza y se vuelve ligero, he pensado en los veranos de antes. Cuando los días eran interminables. Cuando la merienda era una de las comidas más importantes de día. Esos veranos en los que todo era posible.
Por qué añoramos? Por qué la nostalgia está tan de moda? Tenemos la tendencia a idealizar el pasado, a ubicarlo en ese espacio de "los buenos tiempos"... Será por todo lo que aprendimos?
Cuando fui Mosquetero, aprendí a confiar en mis compañeros. En agarrar su mano cuando estabamos subiendo a algun "risco". En defender causas justas (y otras no tan justas). Me sentí arropado por ellos, y pensabamos como si fueramos una sola persona.
Cuando fui Indio Sioux, aprendí a querer y a apreciar la naturaleza. Aprendí que comer moras a ciertas horas del día puede ser indigesto. Que si agarras una ortiga aguantando la respiración, es posible que no te pique (o si, vaya usted a saber). Que el olor a hierba mojada, es uno de los olores mas geniales del mundo. A que una pelea de perros se disuelve con agua, como el azucar...
Cuando fui monitor de baile en el Kellerman's Mountain House Resort, descubrí el ritmo. Aprendí a pasar largas noches bailando todo y de todo. A tener valor para salir al centro de la pista. A sobreponerse al rechazo, y seguir bailando con una sonrisa de oreja a oreja
Cuando fui pintor en Montparnasse, valoré la creatividad. Aprendí que una piedra pintada, puede ser un objeto mágico. Que improvisar y hacer una obra de teatro para tus vecinos es un momento especial, dulce...aunque la obra no tuviera ni pies ni cabeza. Que cantar juntos espanta las fieras y une más que el pegamento.
Cuando fui intrépido explorador, aprendi a descubrir sitios y rincones maravillosos. A que con unos palos y unos sacos se pueden construir las cabañas más sofisticadas. A que de noche lo que ves volar no son pájaros. A que todo parece mucho más grande e indómito cuando eres pequeño.
El pasado vuelve. Estamos hartos de oirlo. De lo que nunca nos debemos de hartar es de todo aquello que vivimos cuando eramos pequeños. Rescatar las cosas buenas que aprendimos cuando fuimos todo lo que nos propusieramos...
Porque si alguna vez has sido D´Artagnan, Toro Sentado, Patrick Swayze, Modigliani, o Indiana Jones... siempre serás tu mismo! Y algo de todos ellos está en ti...no lo olvides!
En el Hombre de la Máscara de Hierro, se retoma el mito de los Mosqueteros del Rey en una historia de intrigas palaciegas, traiciones, aventuras, romances... Y un casting espectacular. Todos para uno y uno para todos.
Lo bueno de esta película, es la idea de que aunque nos hagamos mayores la esencia de lo que somos sigue ahí. Solo hay que despertarla.
Ahora que estamos en agosto, que todo se ralentiza y se vuelve ligero, he pensado en los veranos de antes. Cuando los días eran interminables. Cuando la merienda era una de las comidas más importantes de día. Esos veranos en los que todo era posible.
Por qué añoramos? Por qué la nostalgia está tan de moda? Tenemos la tendencia a idealizar el pasado, a ubicarlo en ese espacio de "los buenos tiempos"... Será por todo lo que aprendimos?
Cuando fui Mosquetero, aprendí a confiar en mis compañeros. En agarrar su mano cuando estabamos subiendo a algun "risco". En defender causas justas (y otras no tan justas). Me sentí arropado por ellos, y pensabamos como si fueramos una sola persona.
Cuando fui Indio Sioux, aprendí a querer y a apreciar la naturaleza. Aprendí que comer moras a ciertas horas del día puede ser indigesto. Que si agarras una ortiga aguantando la respiración, es posible que no te pique (o si, vaya usted a saber). Que el olor a hierba mojada, es uno de los olores mas geniales del mundo. A que una pelea de perros se disuelve con agua, como el azucar...
Cuando fui monitor de baile en el Kellerman's Mountain House Resort, descubrí el ritmo. Aprendí a pasar largas noches bailando todo y de todo. A tener valor para salir al centro de la pista. A sobreponerse al rechazo, y seguir bailando con una sonrisa de oreja a oreja
Cuando fui pintor en Montparnasse, valoré la creatividad. Aprendí que una piedra pintada, puede ser un objeto mágico. Que improvisar y hacer una obra de teatro para tus vecinos es un momento especial, dulce...aunque la obra no tuviera ni pies ni cabeza. Que cantar juntos espanta las fieras y une más que el pegamento.
Cuando fui intrépido explorador, aprendi a descubrir sitios y rincones maravillosos. A que con unos palos y unos sacos se pueden construir las cabañas más sofisticadas. A que de noche lo que ves volar no son pájaros. A que todo parece mucho más grande e indómito cuando eres pequeño.
El pasado vuelve. Estamos hartos de oirlo. De lo que nunca nos debemos de hartar es de todo aquello que vivimos cuando eramos pequeños. Rescatar las cosas buenas que aprendimos cuando fuimos todo lo que nos propusieramos...
Porque si alguna vez has sido D´Artagnan, Toro Sentado, Patrick Swayze, Modigliani, o Indiana Jones... siempre serás tu mismo! Y algo de todos ellos está en ti...no lo olvides!
Mi padre nos decía " la historia siempre se repite " Ya pesar de tener razón, me repateaba y ahora lo veo con los sobrinos.
ResponderEliminarEsa tostada me encantó