No es la busqueda del Santo Grial, es la eterna lucha del bien contra el mal. Es la aventura por excelencia. Una historia llena de viajes, de personajes inolvidables. En ella conocemos mucho del porqué de este personaje icónico. Descubrimos que lo de Indiana, viene por su mascota. Y el porque de su cicatriz, del látigo, del sombrero...
Pero sobre todo, Indiana jones y la última cruzada, cierra una trilogia (de la cuarta...mejor no hablar) que nos ha marcado, nos ha hecho vibrar, nos ha conmovido y divertido por partes iguales. Y reconozcámoslo, Harrison Ford es Indiana Jones (quién sabe si Tom Selleck hubiera aceptado el papel...aunque él siempre será Magnum!). El genio de Spielberg, hizo el resto. Un director que a nadie deja indiferente, y del que probablemente todos habremos visto mas del 75% de su filmografía. Por algo lo llaman el Rey Midas del cine.
Pero Indiana Jones y la Última Cruzada, es por encima de todo es el reencuentro con su padre. Del retomar una relación rota hace años. De enfrentar los presentes, y sacar a relucir carencias y aciertos en la crianza del pequeño Junior. Ay, Doctor Henry Jones, si no hubiera tenido usted la cara de mi adorado Sean Connery!
Esta temporada, estoy viviendo muy cerca el hecho de la paternidad y la maternidad. Hace unos días ha nacido el hijo de uno de mis mejores amigos, Gabire. Y durante este proceso, nos ha dado tiempo de conversar y ser conscientes de muchas cosas. También gracias a la experiencia de mi complice Xavier, que fue padre hace unos años, y que está viviendo la niñez de su retoño de una manera intensa. A ellos quería dedicar este post de hoy. Y por supuesto a sus Mamás!
Tener un hijo/a... No se me ocurre mayor compromiso en la vida. Ni mayor responsabilidad. Todos tenemos una experiencia. Todos hemos sido hijos/as. Y todos tenemos una visión personal de lo que supone criar, educar y querer a un hijo/a. Y en eso nos basamos para transmitirlo a los nuestros/as.
Yo soy muy afortunado. He tenido unos padres que a mi hermana y a mi, nos han querido, respetado y cuidado con mimo. Que hicieron que el tiempo que pasamos juntos fuera significativo, y por ello inolvidable. Que creyeron en nosotros, y nos educaron para que fueramos nosotros mismos. Y nos han enseñado que el apego es lo más importante en la niñez. El cariño incondicional, sin chantajes emocionales es lo que más nos hecho crecer como personas. No creo que nos hayan podido hacer mejor regalo.
Y eso es lo que me gustaría transmitir a mis hijos/as. Saber que no por el hecho de ser padres o madres, ya se tiene que estar preparado. Reconocer que nos equivocaremos, que debemos aprender. Pero, sobre todo, no olvidar lo bueno que nuestros padres nos han legado. Las cosas gracias a las que hoy somos lo que somos. Tantos y tantos aprendizajes positivos, tantos momentos que nunca olvidaremos...
Además, estoy rodeado de mucha gente que entiende la educación, la crianza desde este punto de vista positivo, cariñoso, cálido y amoroso. Personas que creen que los niños/as que crecen con amor, respeto y calidez, son mejores adultos, y en el fondo personas plenas y radiantes. Personas libres.
Ahora la educación no está pasando por su mejor momento. Crisis. Y la crianza está descontrolada. Mucha información, saturación de mensajes. Lineas y estilos diversos. Lo esencial, es mirarnos, volver la cabeza a lo más sencillo, a las cosas que nos han ayudado. A ver el sitio desde el cual estamos más cómodos, y dónde garanticemos un espacio vivo de crianza para nuestros hijos. Sin aspavientos ni ínfulas. Acaso no es la emoción la mejor consejera en estos casos?
No se que será en el futuro. Lo que si tengo claro, es que los niños y niñas que me rodean, garantizan una generación libre, valiente, llena de cariño y amor. Porque sus padres y madres lo entiende así, y apuestan por ello. Gracias a todos/as!
Como muy acertadamente Yor-El le decía a su hijo Kal-El (más conocido en la Tierra como Superman)...
Jamás estarás solo. Viajarás muy lejos, mi pequeño Kal-El, pero no te abandonaré ni aún cuando la muerte nos lleve. La riqueza de nuestras vidas pasará a ti. Todo lo que tengo, lo que he aprendido, mis sentimientos, todo eso y más pasará a ti, hijo mío. Seré tu compañero todos los días de mi vida. Harás de mi fuerza la tuya. Verás mi vida a través de tus ojos y yo la tuya a través de los mios. El hijo se convertirá en padre y el padre, en hijo. Este es mi legado, todo lo que puedo darte, Kal-El.
Las orejas son de mi madre. La nariz de mi padre. Y el resto...quién sabe? Pero todo yo estoy dispuesto a acompañar en este camino, que sí es toda aventura!

Pero Indiana Jones y la Última Cruzada, es por encima de todo es el reencuentro con su padre. Del retomar una relación rota hace años. De enfrentar los presentes, y sacar a relucir carencias y aciertos en la crianza del pequeño Junior. Ay, Doctor Henry Jones, si no hubiera tenido usted la cara de mi adorado Sean Connery!
Esta temporada, estoy viviendo muy cerca el hecho de la paternidad y la maternidad. Hace unos días ha nacido el hijo de uno de mis mejores amigos, Gabire. Y durante este proceso, nos ha dado tiempo de conversar y ser conscientes de muchas cosas. También gracias a la experiencia de mi complice Xavier, que fue padre hace unos años, y que está viviendo la niñez de su retoño de una manera intensa. A ellos quería dedicar este post de hoy. Y por supuesto a sus Mamás!
Tener un hijo/a... No se me ocurre mayor compromiso en la vida. Ni mayor responsabilidad. Todos tenemos una experiencia. Todos hemos sido hijos/as. Y todos tenemos una visión personal de lo que supone criar, educar y querer a un hijo/a. Y en eso nos basamos para transmitirlo a los nuestros/as.
Yo soy muy afortunado. He tenido unos padres que a mi hermana y a mi, nos han querido, respetado y cuidado con mimo. Que hicieron que el tiempo que pasamos juntos fuera significativo, y por ello inolvidable. Que creyeron en nosotros, y nos educaron para que fueramos nosotros mismos. Y nos han enseñado que el apego es lo más importante en la niñez. El cariño incondicional, sin chantajes emocionales es lo que más nos hecho crecer como personas. No creo que nos hayan podido hacer mejor regalo.
Y eso es lo que me gustaría transmitir a mis hijos/as. Saber que no por el hecho de ser padres o madres, ya se tiene que estar preparado. Reconocer que nos equivocaremos, que debemos aprender. Pero, sobre todo, no olvidar lo bueno que nuestros padres nos han legado. Las cosas gracias a las que hoy somos lo que somos. Tantos y tantos aprendizajes positivos, tantos momentos que nunca olvidaremos...
Además, estoy rodeado de mucha gente que entiende la educación, la crianza desde este punto de vista positivo, cariñoso, cálido y amoroso. Personas que creen que los niños/as que crecen con amor, respeto y calidez, son mejores adultos, y en el fondo personas plenas y radiantes. Personas libres.
Ahora la educación no está pasando por su mejor momento. Crisis. Y la crianza está descontrolada. Mucha información, saturación de mensajes. Lineas y estilos diversos. Lo esencial, es mirarnos, volver la cabeza a lo más sencillo, a las cosas que nos han ayudado. A ver el sitio desde el cual estamos más cómodos, y dónde garanticemos un espacio vivo de crianza para nuestros hijos. Sin aspavientos ni ínfulas. Acaso no es la emoción la mejor consejera en estos casos?
No se que será en el futuro. Lo que si tengo claro, es que los niños y niñas que me rodean, garantizan una generación libre, valiente, llena de cariño y amor. Porque sus padres y madres lo entiende así, y apuestan por ello. Gracias a todos/as!
Como muy acertadamente Yor-El le decía a su hijo Kal-El (más conocido en la Tierra como Superman)...
Jamás estarás solo. Viajarás muy lejos, mi pequeño Kal-El, pero no te abandonaré ni aún cuando la muerte nos lleve. La riqueza de nuestras vidas pasará a ti. Todo lo que tengo, lo que he aprendido, mis sentimientos, todo eso y más pasará a ti, hijo mío. Seré tu compañero todos los días de mi vida. Harás de mi fuerza la tuya. Verás mi vida a través de tus ojos y yo la tuya a través de los mios. El hijo se convertirá en padre y el padre, en hijo. Este es mi legado, todo lo que puedo darte, Kal-El.
Las orejas son de mi madre. La nariz de mi padre. Y el resto...quién sabe? Pero todo yo estoy dispuesto a acompañar en este camino, que sí es toda aventura!
Eskerrik asko Juan, eres grande grande!!
ResponderEliminarQué bonitas palabras para la maternidad/paternidad. Me he sentido acunada! ;)
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