Hoy podríamos viajar... Viajar a un lugar extraño. Donde no entiendes nada, las cosas te superan. Tu objetivo está claro, aunque dependes de muchas cosas que no entiendes. Debes adaptarte. Entender lo que sucede, y la forma de vivir del lugar. Hacer lo que se espera de ti, y además tener claro en qué momento regresar. Aunque a tu alrededor ocurran cosas sobrenaturales.
Chihiro, tiene que vivir este viaje, esta transición de la infancia a la adultez, con su mejor disposición. Tiene que adaptarse, ser flexible, responsable... El objetivo de su viaje, rescatar a sus padres de una transformación fuera de toda explicación lógica. Haciendo extraños compañeros de viaje, y valorando todo lo que está viviendo desde la óptica de una niña, que está dejando de serlo.
Hayao Miyazaki, nos regala en El viaje de Chihiro, una fábula sobre el viaje, sobre la renuncia y la separación de todo lo conocido y del regreso a casa posterior. Sobre la evolución que sufrimos y sobre la tradición y el respeto a la misma. Y sobre los valores de la forja de la nueva identidad. Cualquier película del gran Miyazaki, debe ser rescatada de nuestras videotecas.Películas deliciosas cargadas de valores y de imaginación...
La adaptación. El viaje. El no olvidar nada de lo que hemos vivido, para así emplearlo en nuestra vida posterior. El cine de Miyazaki está cargado de ello. Y nuestra realidad también.
Ultimamente estamos reviviendo historias. Historias que oiamos de pequeños a nuestros padres y madres. Historias de viajes, de aventuras, de romaces y de penurias. De grandes logros y grandes decepciones. De lo que supone emigrar de tu hogar para labrarte un futuro.
Soy de una generación en la que vivimos la emigración en tercera persona. Muchos hemos nacido y crecido al calor de las historias de superación de nuestros padres y abuelos. Hasta ahora. El presente nos hace protagonizar las mismas historias que vivieron nuestros mayores. Ahora se llenan horas de informativos, columnas de periódicos, blogs y páginas web sobre esa nueva ola de emigración. La diferencia que muchos de los que emigran son los mejores en lo suyo. No les falta el tesón y el valor de antaño, sumado a la preparación y educación conseguida gracias, en parte, al esfuerzo de aquellos que emigraron hace años. Es irónico.
Como todo momento vital, el tener que desplazarte a trabajar lejos de nuestra red de apoyo, de nuestro circulo de protección, supone como a Chihiro, un cambio. Una evolución en tu historia, que probablemente te cambiará para siempre. Admiro el valor de ellos. De su coraje por renunciar a tantas cosas, por luchar por un futuro.
Pero también admiro el coraje y el valor de los que se quedan. De los que no renuncian a cambiar a realidad. De los que hacen de tripas corazón, y emprenden, asumen riesgos, luchan contra "gigantes"...
Unos y otros hacen que esta realidad que nos rodea, se convierta en algo esperanzador. Porque, es probable que nos enriquezcamos de todo ello. Que aprendamos a valorar a todo el mundo por igual. A no juzgar.
Entre todos debemos luchar por cambiar la realidad que nos rodea. Que los que se han ido, puedan volver a su sitio. Puedan ver que su esfuerzo ha tenido su fruto. Y a los que se han quedado, que todo lo que defendieron se mantiene en pie, después de la tormenta. Aunque haya que reconstruir cosas y reformularse viejos paradigmas. Que rescatemos los valores del viaje, tanto lejano como interior, que hemos emprendido en pos de un mundo mejor.
En la serie de televisión Anatomía de Grey, lo explicaban de una manera muy interesante :
El final de un viaje es siempre el principio de otro. El cambio es doloroso y siempre tiene un precio. Duele soportar ese precio pero no podemos permitir que eso nos domine. El mañana es un misterio y lo único que podemos hacer es afrontarlo con determinación. Seguimos adelante, siempre adelante, hacia lo que sigue. Tomamos una decisión, nos comportamos de acuerdo con ella...y no hay más que vivir y esperar.
Y recordar. Todo lo que sucede permanece ahí, presto a ser rescatado. Hagamos que las historias vividas no se pierdan en el olvido, y celebremos los regresos, las luchas y las victorias. Acaso no es eso lo que necesitamos?
Chihiro, tiene que vivir este viaje, esta transición de la infancia a la adultez, con su mejor disposición. Tiene que adaptarse, ser flexible, responsable... El objetivo de su viaje, rescatar a sus padres de una transformación fuera de toda explicación lógica. Haciendo extraños compañeros de viaje, y valorando todo lo que está viviendo desde la óptica de una niña, que está dejando de serlo.
Hayao Miyazaki, nos regala en El viaje de Chihiro, una fábula sobre el viaje, sobre la renuncia y la separación de todo lo conocido y del regreso a casa posterior. Sobre la evolución que sufrimos y sobre la tradición y el respeto a la misma. Y sobre los valores de la forja de la nueva identidad. Cualquier película del gran Miyazaki, debe ser rescatada de nuestras videotecas.Películas deliciosas cargadas de valores y de imaginación...
La adaptación. El viaje. El no olvidar nada de lo que hemos vivido, para así emplearlo en nuestra vida posterior. El cine de Miyazaki está cargado de ello. Y nuestra realidad también.
Ultimamente estamos reviviendo historias. Historias que oiamos de pequeños a nuestros padres y madres. Historias de viajes, de aventuras, de romaces y de penurias. De grandes logros y grandes decepciones. De lo que supone emigrar de tu hogar para labrarte un futuro.
Soy de una generación en la que vivimos la emigración en tercera persona. Muchos hemos nacido y crecido al calor de las historias de superación de nuestros padres y abuelos. Hasta ahora. El presente nos hace protagonizar las mismas historias que vivieron nuestros mayores. Ahora se llenan horas de informativos, columnas de periódicos, blogs y páginas web sobre esa nueva ola de emigración. La diferencia que muchos de los que emigran son los mejores en lo suyo. No les falta el tesón y el valor de antaño, sumado a la preparación y educación conseguida gracias, en parte, al esfuerzo de aquellos que emigraron hace años. Es irónico.
Como todo momento vital, el tener que desplazarte a trabajar lejos de nuestra red de apoyo, de nuestro circulo de protección, supone como a Chihiro, un cambio. Una evolución en tu historia, que probablemente te cambiará para siempre. Admiro el valor de ellos. De su coraje por renunciar a tantas cosas, por luchar por un futuro.
Pero también admiro el coraje y el valor de los que se quedan. De los que no renuncian a cambiar a realidad. De los que hacen de tripas corazón, y emprenden, asumen riesgos, luchan contra "gigantes"...
Unos y otros hacen que esta realidad que nos rodea, se convierta en algo esperanzador. Porque, es probable que nos enriquezcamos de todo ello. Que aprendamos a valorar a todo el mundo por igual. A no juzgar.
Entre todos debemos luchar por cambiar la realidad que nos rodea. Que los que se han ido, puedan volver a su sitio. Puedan ver que su esfuerzo ha tenido su fruto. Y a los que se han quedado, que todo lo que defendieron se mantiene en pie, después de la tormenta. Aunque haya que reconstruir cosas y reformularse viejos paradigmas. Que rescatemos los valores del viaje, tanto lejano como interior, que hemos emprendido en pos de un mundo mejor.
En la serie de televisión Anatomía de Grey, lo explicaban de una manera muy interesante :
El final de un viaje es siempre el principio de otro. El cambio es doloroso y siempre tiene un precio. Duele soportar ese precio pero no podemos permitir que eso nos domine. El mañana es un misterio y lo único que podemos hacer es afrontarlo con determinación. Seguimos adelante, siempre adelante, hacia lo que sigue. Tomamos una decisión, nos comportamos de acuerdo con ella...y no hay más que vivir y esperar.
Y recordar. Todo lo que sucede permanece ahí, presto a ser rescatado. Hagamos que las historias vividas no se pierdan en el olvido, y celebremos los regresos, las luchas y las victorias. Acaso no es eso lo que necesitamos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario