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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los Hobbits son criaturas sorprendentes, puedes aprender todas sus costumbres en un mes, y después de cien años, aún te sorprenden

Un viaje épico. Un protagonista insospechado. La mayor carga que se le pudiera encargar. Escenarios legendarios. Un mundo por descubrir.

¿Álguien no ha empatizado con Frodo y su misión? ¿Quién no ha admirado a Legolas y su portentosa puntería élfica? ¿Nadie ha sufrido en las batallas de Pelennor o del Abismo de Helm? ¿Alguno no se ha emocionado cuando Aragorn cruza el umbral de las puertas de Rohan?

El viaje más grande jamás contado...

Todo eso, nos descubre Peter Jackson. Bueno, nos lo redescubre, porque El Señor de los Anillos, ya lo conocíamos hace tiempo. Y ya nos había enamorado. Nos enseñó que los mundos de leyenda son tan extensos, como la genealogía de los personajes... Nos enseñó a apasionarnos por las aventuras de un grupo de personajes tan diversos como las razas que pueblan la Tierra Media. Y a muchos, entre los que yo me encuentro, a cogerle el gustillo a eso de leer libros.

Hay que reconocer el mérito de Peter Jackson (y de los productores que pusieron la pasta gansa) en recrear el libro con toda fidelidad. Creo que pocas películas recogen tan bien la idea que el autor quería plasmar. ¿Os imaginais que diria Tolkien si viera su versión en cine?

Los hobbits, protagonistas y desencadenates de la acción, son seres más bien sencillos. Como dice, se pueden aprender su costumbres en un mes. Pero nunca dejan de sorprendernos. Su personalidad y su experiencia, dejan espacio a la sorpresa y a la espontaneidad.

La experiencia. Creo que la experiencia está sobrevalorada. La acumulación de conocimientos no nos da la sabiduría. A veces, el exceso de teorias, de creencias limitantes, de juicios nos proporciona demasiados filtros con los que ver la realidad. ¿Cuantos prejuicios nos hemos generado en base a esa experiencia?

En los tiempos que corren, es necesario recuperar la espontaneidad y la capacidad de sorpresa. Así como los hobbits (pero que ha nadie le de por andar descalzo por ahí...). Recordar cuando sabíamos menos cosas, pero éramos un poquito más libres. Cuando teníamos muchos menos prejuicios.

Cambiar las rutinas y algunos  hábitos. Practicar algún hobby que nunca habíamos hecho antes. Leer un libro sin referencias previas. Hablar y relacionarnos con personas fuera de nuestro circulo de rconocidos. Abandonar el móvil en casa por algún tiempo... Esas cosas nos pueden a ayudar a recuperar esa frescura perdida. A redescubrirnos. A guardar en el baúl algún prejuicio.

Y es probable que descubramos entonces nuestra capacidad de resiliencia. La capacidad de seguir adelante, a pesar de todas las dificultades que se nos presentan. Porque ser frescos, espontaneos nos ayudará a ver más salidas y más caminos, que antes, cuando éramos más "experimentados", no veiamos.

La psicóloga Emmy Werner, fue pionera en hablar de la resiliencia estudiando a los niños de la isla hawaiiana de Kauai. Muchos de ellos crecían en un entorno familiar desestructurado, con padres alcohólicos o con enfermedades mentales. Entre estos niños, la psicóloga descubrió que un tercio no sucumbió a este ambiente negativo y fue capaz de salir adelante y realizarse tanto personal como laboralmente. A este grupo de niños se les llamó resilientes.

Lo que nos debería caracterizar para ser personas resilientes, es nuestra capacidad de progresar y de luchar por nuestros objetivos en un entorno poco propicio para ello. En lugar de quejarse, de prejuiciarlo todo, deberiamos empeñarnos en construir un futuro a nuestra medida. Un futuro espontaneo, fresco. Sorpredente y luminoso.

En Heroes, serie de culto, y una de mis preferidas, decían la respecto:

¿De dónde procede esta búsqueda? Esta necesidad de entender los misterios de la vida si las preguntas más simples nunca encontraran una respuesta. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué es el alma ¿Por qué soñamos? 
 
Quizá sería mejor no buscar nada, no anhelar...  


Pero la naturaleza humana no es así, no lo es el corazón. No es por eso que estamos aquí. Luchamos por cambiar el mundo, soñamos con la esperanza, sin saber a quien conoceremos por el camino.
¿Qué desconocido nos cogerá de la mano, nos cautivará el corazón y compartirá el dolor y el esfuerzo?

Soñamos con la esperanza, soñamos con el cambio. El fuego, el amor, la muerte... Hasta que el sueño se hace realidad y llega un dia en que la respuesta a esa búsqueda de la necesidad de resolver los misterios de la vida por fin aparece y se hace visible como la luz del nuevo amanecer.

Tanto esfuerzo, tanta lucha por encontrar un significado, un objetivo y al final solo se encuentra dentro de cada uno de nosotros. En nuestra experiencia compartida de lo fantástico y lo humano.
Es nuestra simple necesidad humana de encontrar a alguien, un parecido, de conectar con esa persona y de saber en nuestro corazón...que no estamos solos.
 

Podemos ser criaturas sorprendentes. Todavía tenemos esa capacidad. Descubramos a los que nos rodean que somos capaces. ¡Y vámonos a Mordor! ¿Por qué no?¿Te apuntas?





 

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