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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Pero allí, detrás del horizonte, siempre intuimos el fulgor de lo desconocido

Descubrirse al Mundo. Explorar nuevos caminos. Relacionarse con los mayores, y empezar a entender que la vida es algo más. Que todo tiene un precio. Que es necesario definir hacia donde quieres dirigirte, que quieres hacer y, sobre todo, con quien quieres hacer ese camino.

Una historia sobre la amistad, el amor, el descubrimiento. Sobre vocaciones, oportunidades y relaciones. Sobre lo importante que son ciertas cosas en determinados momentos. Una vista atrás, sobre hechos que pueden desencadenar futuro. Eso es El camino de los Ingleses. Una historia que si hubiésemos descubierto en otra época, sería una de esas películas de llamadas "generacionales".

Reconozco que a partir de esta película, Antonio Banderas, me empezó a caer bastante bien. Admiro su valor por presentarnos una historia tan personal, tan arriesgada, sin renunciar a la poética y a la emoción.

Día a día, tomamos decisiones. Decisiones que nos marcan un camino. Se nos abren cientos de posibilidades. Posibilidades que a priori no vemos. En momentos, nos damos cuenta de la importanacia de las mismas. En la mayoría de las ocasiones no somos conscientes. Lo que en definitiva, llamamos destino.

Hay personas temerosas del destino. Temen que las decisión sobre su futuro, ya esté tomada de antemano por fuerzas inexplicables. Y los hay que se lo forjan diariamente. Personas luchadoras, inconformistas que se plantean un futuro a su medida. De esas, seguro que conocemos muchísimas...y de las otras también.

Pascal recomendaba para garantizarnos la felicidad, no salir de nuestra habitación. Era, llevado al extremo, lo que en coaching se denomina "nuestra zona de confort". Es probable que dentro de nuestros cuartos, estemos protegidos. Calentitos y entretenidos....un rato al menos. Pero nuestra naturaleza nos empuja a salir. A aprender, a vivir. Queremos descubrir placeres, descubrir que mas allá de la puerta de nuestro cuarto nos espera otra vida.

Muchos de nosotros no pensamos en el destino. Es una idea demasiado compleja. Yo creo en la sencillez. En lo natural. En que el día a día nos va enfocando a una dirección. Tener la habilidad de darnos cuenta de ella, de entender las señales y ser lo suficientemente valientes para seguirlas, es primordial para convertirse en "hacedores de destinos". Y dejar de hacer nudos en los hilos de la realidad, y seguirlos como en la mitología hacía Teseo, con el hilo de Ariadna.

¿Y en cuanto hayamos salido? ¿Qué nos ocurrirá? Pues basicamente lo que queramos que nos ocurra. Porque si miramos el destino con temor y desconfianza, se nos presentará sospechoso e impredecible. Pero si por contra lo hacemos con amor y confianza, obtendremos respuestas y ecos positivos y mucho más satisfactorios. Es la denominada "Ley del espejo". Así como me trates, me comportaré. Y el destino no es ajeno a esta ley.

Y para los temerosos del destino, dos datos:

1) Sólo la mitad de la vida son las cosa que nos suceden. La otra mitad es lo que hacemos con ellas.

2) Aunque si bien es cierto que hoy puede ser el último día de nuestras vidas, también puede ser el primero. El día antes de lo que nos propongamos empezar.

Y como decían en Terminator Salvation...

Se avecina una tormenta en el horizonte. Una época de penurias y dolor. Se ha ganado esta batalla, pero la guerra contra las máquinas se recrudece. La red global de Skynet resiste, pero no desistiremos hasta que quede destruida completamente. Soy John Connor. No hay mas destino que el que nos forjamos.

Detrás del horizonte se nos presentará un paisaje distinto. Nuevo. Desconocido. Dirigirse a él valientemente, con decisión y de forma positiva, está en nuestras manos. Forjemos algo por lo que estemos orgullosos. ¿Empezamos el camino?








 

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